miércoles, 6 de julio de 2016

Enda



Seguro que conoces Juego de tronos, o el Señor de los Anillos…  Imagina una mezcla de ambos, pero desde el punto de vista de una escritora que no solo ama su tierra y sus tradiciones, sino que además reconoce orgullosa beber de ellas a la hora de escribir sus obras. La gasteiztarra Toti Martínez de Lezea dice que siempre le ha gustado la literatura fantástica, y que no comprende por qué todos los referentes actuales son anglosajones, cuando todo pueblo tiene sus propias historias y tradiciones. Así que, aunque sobre todo la conocemos por su novela histórica, o por su imaginativa Nur, quería hacer algo nuevo, y surgió Enda, una maravillosa mezcla de todo ello, una fantasía épica.
Enda poco tiene que ver con Nur, pero sí hay elementos reconocibles de El mensajero del Rey, o de La Hija de la Luna, novelas históricas quizá más dirigidas a lectores jóvenes… Y es que en una oscura época en que los años se cuentan por inviernos, nace Endara en una noche de Luna Roja, lo que la marcará para siempre: su madre muere en el parto, y nadie se lo perdonará, por lo que crecerá sola, repudiada por su propio pueblo. Pero eso quizá es lo menos importante… Lo que realmente importa, es su vínculo con Amari, la diosa que todo lo crea, la Madre Tierra… la naturaleza, el ciclo de la vida.
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Los territorios de Enda los demarcaban dos grandes ríos, atravesados por las Ilene; era su tierra, el hogar de sus antepasados, allí habían nacido y allí reposaban sus ancestros, un territorio más grande del que ninguno de ellos imaginaba, unido por una misma lengua, unas mismas costumbres, una misma historia, y un mismo futuro. Las diferentes tribus no siempre se llevaban bien, pero los Guardianes del Pacto debían velar por la unidad, y ante la invasión de los frei, tendrán que tomar decisiones. Algunos actuarán para ayudar a su pueblo, otros para vengar antiguos ultrajes, y otros, los más ambiciosos, impulsados por su ansia de poder… 
Si conoces las tierras vascas, y sabes euskera, disfrutarás doblemente, porque disfrutarás reconociendo paisajes y personajes mitológicos, incluso entenderás juegos de palabras que para quienes no saben euskera solo serán algo exótico. Y de repente, encontrarás cosas que te sorprenderán, porque...

Ozen le dijo a Ihabar que su misión consistía en cazar al asesino de su padre, nada menos que Inko, el dragón bermejo. ¿Un dragón? ¿un dragón de verdad? Nadie había visto nunca uno, y las historias que de ellos se contaban en simples cuentos para asustar a los niños. Luego recordó que la madre siempre respondía con las mismas palabras cada vez que él le preguntaba si existían los caballos voladores, los seres diminutos, las lamias de cabellos de oro… "Todo lo que tiene nombre, es", decía. Y también recordó que él no creía en los gentiles hasta haber visto a Ozen con sus propios ojos.

Una novela sorprendente, fresca, increíblemente amena, que reivindica el importante papel que la mujer ha jugado en todas las épocas, incluso en las más crueles; una novela que te engancha por su acción, que cuenta pero no se recrea, y que hilvana un montón de historias, y de la que no descartamos una segunda entrega… 

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